martes, 14 de diciembre de 2010

Arauco tiene una pena liberal


Muerde la mano del que te da de comer mal y te conmina a agradecer, muérdela por hacerte sentir su caridad, por atribuirse el poder de darte migas de lo que es de ambos. Inflámate, ya es hora, impaciéntate y diversifícate más como estrategia para que no te distinga, para que no te pueda encajonar en nichos silentes, que su índole siempre tuvo problemas con la diferencia. Toma la palabra y danos el gusto de la verdadera memoria del copihue, esa oral, la que no te dejaron escribir pero puedes cantar sema por sema, calla al pervertidor de relatos, que nadie te suponga, que nadie siga calumniándote el nido. Desborda el equívoco cauce de las instituciones umbrías y todos sus subsistemas de aplauso y show. Qué sí incumbe ruge, increpa, brama, que todo incumbe al solidario espútales en la cara. Que les sean escándalos tus recuerdos del futuro. Anda, puebla el copioso suelo con interés y la cabeza hacia las nubes; desmiente lo inexorable; rompe el contrato maldito, haz challas con él para festejar el nuevo acuerdo y enséñale que estás más allá del desquite. Óyete ayer clamando por evitar lo que hoy te ha pasado y llora la visión de este ahora: tu imagen aterida, ¡cómo no vas a lagrimar!, pero no mengues en arrepentimientos, no llores sin liar y mutar el tiempo. Que Aruaco pierda el miedo, que desmienta la palabra liberal y todo su prestigio, que es de la libertad un plagio abyecto, un mal uso, un burdo abuso del campo semántico y de la historia pudenda de la colonia subcontinental.

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