Tuve ceguera de espejos
porque esos asoman a la maraña submariana,
a la yo sin punta de madeja.
porque descubren y no satisfacen.
Tuve miedo de escudriñar los fondos
porque la cuenca estaba atiborrada
con materias de densidad humana.
Me dejaba crecer la miopía y la catarata,
buenas guardianas del secreto
que esconde la memoria selectiva.
Mis daños estructurales se burlaban
de los divanes, las lecturas de manchas
y la libre asociación de palabras.
La piloto automático que maneja
al instinto de conservación, al de autosatisfacción
me protegía de mi misma con más fuerza que maña.
Superyo notable,
me evitaba confrontaciones con el olvido,
conciliaba con la omisión y la negligencia.
Pero cada cierre de ciclo, cada año fiscal
algunas de mis personalidades sugerían inventario,
balance de positivos e inversos, rendición de cuentas;
y no fue el psicoanálisis el que
me devolvió la vista de espejos,
It was the bad girl´s sindrome,
rehabilitación de la yo villana
que se jacta de anormal, de vulgar anomalía,
que se solaza en lo abyecto, en el común avieso,
que se sabe sanguínea, ordinaria inicua,
que se conoce descompuesta, corriente imperfección.
No hay comentarios:
Publicar un comentario