Lo que dispersa las nubes acumuladas y da lugar a una serena claridad del cielo, es el viento. Vientos que se siguen uno a otro. Así mismo la ininterrumpida actividad de la palabra funda, difunde y da cumplimiento a todos los asuntos acumulados.
jueves, 18 de febrero de 2010
Pedro
El único hogar posible está en tu pecho niño, en tu pecho en expansión. Impoluto es tu espacio para nosotros, justísimas tus entregas, incorruptible de olvido, claro en tus pedidos, no hay más que lo que muestras, único impostergable, única certeza, única disciplina amada, único querer no prescriptible.
No dependes más de mí uterinamente, como exclusivo contacto con el mundo, pero todavía soy el tamaño de la medida con que lo mides, lo que te ofrezco a la vista siempre estás grabando en formato para imágenes oniricamente reproducibles, mis palabras son tus futuros supuestos a comprobar, mis gestos tus códigos para interpretar todas las caras, mis caminos los que siempre bifurcarán como opción todas las vías que encuentres.
Por eso voy a seguir siendo buen paisaje sin ocultarte mis tormentas que de tanto en tanto lo modifican; por eso voy a seguir contándote mis verdades en forma de hipótesis para que el espiritú cientifico mueva tus ganas de comprobar o negar y te interrogues la existencia; por eso voy a vivir todas las sensaciones que pueda y gesticulárlas para ti, para que puedas entender a los que hablan con la cara y no con la boca; por eso voy a dejar mapas temáticos que registren en letras lo visto al andar mis senderos, para que de algo te sirvan cuando tomes decisiones de recorrido.
Eres mi único hogar posible, sacas mi único yo sin careta, eres mi único real motivo. Sin ti me disuelvo en lo que tengo dentro que es tanto y sólo tú recibes sin tratos de por medio.
miércoles, 17 de febrero de 2010
Comunication skills
La extraña capacidad para considerar inocente al que no ha demostrado lo contrario le daba una posición de tabla raza frente al dialogo, cosa que muchas veces era mal entendida por el interlocutor, algunos, los menos observadores, confundían dicha predisposición con ausencia de interés común; otros, los más observadores, buscaban teorías para tal actitud cero y se perdían en ellas olvidando la materia en cuestión; pero unos pocos, interrogaban y tras la obtención de algunas claves que despejaban el encriptamiento inicial que aparenta tener lo desconocido, llegaban a entablar largas entrevistas, digamos que de tinte precomunicacional.
La extraña capacidad de colocarse en los tiempos, lugares y personas de los otros, le daba una posición de siamesismo frente al diálogo, cosa que a muchos interlocutores, a pesar de la sorpresa inicial, le causaba rápido aburrimiento (en el fondo nadie quiere que le secunden en todo, ni peor comprobar lo hastiantes que pueden ser). Otros atribuían a las palabras oídas el mismo valor lúdico que tiene el eco. Unos pocos en cambio se alegraron de poder tener un monólogo de a dos y entonces se repartían líneas por turnos, algo, digamos, de tinte preconversacional.
La extraña capacidad para escuchar le otorgaba una posición de no narrador que generalmente era entendida como vacío temático, biográfico o criterial; varios interlocutores interpretaban esta actividad como inactividad y preferían callar. La minoría lo que hacía era aprovechar para desembarcar todo la carga embodegada, lo que era, digamos, algo precoloquial.
En resumen la experiencia indica que para lograr un intercambio agradable hay que juzgar a priori, desconocer contextos personales e interrumpir de vez en cuando.
jueves, 11 de febrero de 2010
la mayoría somos de una minoría
No somos de la mayoría de la renuncia adelantada,
de la indolencia laxa, no somos de esa mayoría,
no somos de la mayoría de alegría moderada.
En el Eros subversivo, sedicioso, insurrecto somos minoría,
somos de la minoría que huele la falsía,
minoría de litúrgicas prácticas de confianza;
en la controversia audible y en la percepción de la trampa, minoría.
Ni nos sumes, ni nos restes
en tus conteos estadísticos volubles, noveleros, tornadizos,
no somos variable manipulable,
no somos informantes generosos para esos tus propósitos.
Es cuánto más rápida la dinámica de nuestros fenómenos
que tu cuantitativa y redondeante capacidad de procesamiento,
no podrás, dada su anacronía inmediata, dado su ser urgente,
validar los datos que crees que obtienes,
ay!!! observador vigilado.
Somos quórum suficiente, no gran masa,
somos aquella minoría, esa minoría y la otra minoría,
Esas, tantas que hay y que tus adiciones sustractivas
funden y confunden para poder hablar de mayorías.
Todos sus aires son buenos aires,
todo lo suyo es suficiente,
impune de imperfecciones,
impermeable a austeridades,
todos sus verbos son boatos,
emperejiladora de feed backs,
absoluta presunta inocente de sus propios juicios.
Alteza de personalísimo imperio,
autárquico gobierno de varios súbditos,
regia luce los trajes invisibles del cuento,
Se alimenta de inseguridades ajenas,
se come lambiscones,
se bebe lametones.
Ellos son de ella, su contraparte.
Diosa de sí misma.
¡Mayúscula megalómana interna!
Tuve ceguera de espejos
porque esos asoman a la maraña submariana,
a la yo sin punta de madeja.
porque descubren y no satisfacen.
Tuve miedo de escudriñar los fondos
porque la cuenca estaba atiborrada
con materias de densidad humana.
Me dejaba crecer la miopía y la catarata,
buenas guardianas del secreto
que esconde la memoria selectiva.
Mis daños estructurales se burlaban
de los divanes, las lecturas de manchas
y la libre asociación de palabras.
La piloto automático que maneja
al instinto de conservación, al de autosatisfacción
me protegía de mi misma con más fuerza que maña.
Superyo notable,
me evitaba confrontaciones con el olvido,
conciliaba con la omisión y la negligencia.
Pero cada cierre de ciclo, cada año fiscal
algunas de mis personalidades sugerían inventario,
balance de positivos e inversos, rendición de cuentas;
y no fue el psicoanálisis el que
me devolvió la vista de espejos,
It was the bad girl´s sindrome,
rehabilitación de la yo villana
que se jacta de anormal, de vulgar anomalía,
que se solaza en lo abyecto, en el común avieso,
que se sabe sanguínea, ordinaria inicua,
que se conoce descompuesta, corriente imperfección.