sábado, 9 de abril de 2011

Rescoldo


Para Mauricio


Se acomodó tan orondo en mi nube,

Desde allá me enseña a orar desnuda

y ya sé hacer trenzas con las líneas divisoras. (Las que separan vida y muerte.)

Desde ahí, me hace ver las cosas que me orbitan como satélites y las cosas a las que orbito como satélite.

Desde allá, me hace partícipe del milagro de la multiplicación de los ojos. (Aprendí también a no pestañarlos al unísono.)

“Nunca has de justificar tus peregrinajes a mí; nadie me ve en tu nube”.

“Ser físicamente improbable es la paradoja que interroga el cuerpo del sueño, pero tú has de huir de explicar las cosas fáciles, de seguir las huellas de los pies;” “si necesitas de huellas, sigue las de los lepidópteros, mujer, las de las polillas.”

(Dirán ustedes que soñarle es tributo; yo, siguiendo a la mariposa, explico que es visita.)


Acá en la Tierra, solía tenderme a pernoctar en su solapa y dejé ahí mi rostro de Verónica,

también marcas de mis uñas en el papel de cera de sus cartas y en la lápida de su tumba sin fondo.

Acá, dicen que se fue a dormir entre las patas del elefante que sostiene al mundo mientras está parado en una tortuga que nada en un mar de leche; (Es que todavía piensan que el más allá es plano.)

me aclaran que se fue y con él la orquesta en vivo,

que se fue y que si es mi fanal, ahora es sólo un fanal de la memoria

y bueno, sí, nuestras conversaciones ya no son palpatorias,

ya no hay remolinos nocturnos, ni nudos de piernas, es cierto;

quedó mi piel tachada en negro progresivo e indeleble, es cierto;

su cuerpo deshidratado, como flor en libro, quedó en los espejos secuestrados: fotos, vídeos, autorretratos y otros, es cierto.

hay cosas en formol;

pero también dicen que es material para la molienda mental, para el trapiche emocional que destila imperceptible pero imparable el espirituoso olvido; y eso, no es tan cierto.

Sé que le crece un pasto fino a los nombres en desuso, (¿Cito?)

pero no hay lobotomía que pueda amputarme su asistencia al nimbo

y es que quedamos en el rescoldo eterno. (Rescoldo es un buen nombre de nube.)

Acá en la Tierra, la improbabilidad estadística afirma que no hay nubosidades, pero he de rechazar las cosas así de fáciles; cómo él me lo había pedido.